El número de naves que utilizan sistemas de limpieza de gases de escape, más conocidos como "scrubbers", ha crecido de sólo tres naves en 2008 a más de 4.300 en 2020. Aunque los scrubbers son eficaces para reducir las emisiones de dióxido de azufre (SO2) en el aire, el azufre y otros contaminantes eliminados de los gases de escape -incluidos carcinógenos como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) y los metales pesados- se vierten por la borda en forma de agua de lavado, también llamada agua de descarga.